miércoles, 8 de agosto de 2007

Breve fábula del viajero y la dama del arco iris





Del monte pues, vomitadas del abismo,
salen las ondas del mas puro fuego inabordable..

Píndaro



Breve fábula del viajero y la dama del arco iris


I-

En una fúnebre carroza traída por querubines rosados
bogaba el cielo el brebaje de un loto perfumado,
y Calíope, con su plumaje rociando el éter,
se posó en el parque de los corales,
abriendo así los párpados de mi alma, que invernaba.

Nada mas sus ojos tenía el cenit por vista,
ella que jugueteaba en el jardín de las sierpes
me dio a beber del soma embriagante,
en cuyo fértil suelo el diáfano líquido crecía,
se alzaban las deslumbrantes alamedas.

Los líquenes chorreaban entre las verdes nubes,
que otrora tenía por lluvia el vestido,
y las gárgolas de marfil en los templos paganos
se derretían al paso de la blanquísima dama,
en cuya cresta destellaba el gran arco iris.


II-

La comparaba primero al ciprés de estío,
porque sus cabellos enramados de verdes frondas
acunaban a los albatros cantores,
y porque sus brazos, erguidos,
semejaban ramos que acariciaban el éter.

La comparé después con el loto inextinguible,
flor sagrada que llevaba Vishnú en los brazos,
porque parecía su rostro hecho de pétalos de ámbar
y sus ojos como dos clorofilas de algodón.

La comparé a los heliotropos y a los albañales,
al eterno abrazo de las olas incandescentes,
al navío cruzando los angostados mares,
¡Oh, arco iris que vi escupiendo aromas!


III-

Armaba vasijas en el barro de mis ojos muertos,
castillos hacía de azur en las playas,
desolado y roto, iba hacia senderos yertos,
cuando, al cese histriónico de la lluvia,
Annabel, aria de blanquísimo pubis,
me llevó a un umbral de claveles muertos,
jardín negro y vetusto situado en la Arabia.

Címbalos no hablaban al alba,
tan blancos los postes sosteniendo las nubes
cegaban mi vista de sombras vespertinas,
y, ante la mudez de la dama del arco iris
proclamé con la voz del gigante Poseidón:


IV-

Viajero:

-¿Qué es éste lugar tan de sombras engalanado,
tu, que llevas ojos de algodón
y los cabellos verdes, oh dama del arco iris?

Dama:

-Aquí vienen la lluvia ácida de los mundos,
las flores muertas,
los inmensos mares que se vacían,
las alas del ave que murió bajo el poniente.

Viajero:

-¡Tu tan bella, me trajiste aquí donde mora el áspid?

Dama:

-Aquí mora el viajero, ¿No ves?
¿No querías lunas,
Soles,
Archipiélagos, arco iris?


V-

Una luna canturreando al ágora en el invierno,
los mares que descienden agitándose,
y busco una góndola entre todo el salitre,
en las calles aguadas que cruzan los muros de cemento.

Un sol de amarillentas corolas,
archipiélagos que danzan en los polos,
cometas que entre fuegos deslizan el Empíreo,
¡La dama del arco iris!


VI-

La busco en el rocío de las mañanas inmóviles
abriendo sierpes en las callejuelas olvidadas,
anhelando un carruaje de guirnaldas en el cielo
y en el aire donde se deslizan sus blancas plumas.

La busco en el cenit boreal de Agosto,
en el parque de enramados cipreses
y en mi tumba, donde cavaría al ver una nube,
y un pálido destello que anunciara lluvia.

En el loto abierto de las tumbas egipcias
la busco, al galope de gnomos y elfos,
al zumbido de centenares de laúdes
que aúllan en los sauces de los arroyos secos.


VII-

Ya no me interesan las letras y las canciones,
porque me tocó ver el éxtasis en tus ojos.
¡Niña, no me interesa ya ser poeta!
Sólo ver al alba deslizar la verde humareda,
y en tu frente que en los bosques derrama lirios
ver los colores en el llano de tu temple de arco iris.



E.R.D

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